El impacto de la discapacidad en la estructura y dinámica familiar es evidente. La familia es, por supuesto, "el mayor recurso para el desarrollo de los hijos", y cuando hay discapacidad también. Para la familia, "tener entre sus miembros a uno que presente una discapacidad implica una serie de tareas extraordinarias, paranormativas," que exige disponer de recursos añadidos tanto en el plano emocional como organizativo.
Toda su vida cambia y es necesario saber "intervenir creando entornos competentes". Por esta razón, echad un vistazo a este fabuloso documento sobre "Atención Temprana y Familia", de Sonsoles Perpiñán. Viene muy al hilo con la entrada anterior donde vimos "La primera noticia", aunque alude más a aspectos como los problemas de comunicación con la familia, los sentimientos y ansiedad que provocan ciertos momentos, etc.
En las edades tempranas "los procesos de vinculación afectivos son todavía más intensos", tanto en las relaciones con los profesionales que intervienen en su proceso y desarrollo como, por supuesto, en las relaciones con los miembros de la familia. Es por esto por lo que urge la necesidad de saber intervenir a nivel familiar y a nivel profesional y educativo.
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